martes, mayo 7, 2024
Tecnologia

Gracias al azufre, los autos eléctricos se cargarán una vez por semana

Una tecnología más barata y limpia para las baterías de litio de los autos eléctricos desarrollaron investigadores de la Universidad de Monash (Australia). Gracias a la adición de azufre, la fuente de poder tendría no solo mejor rendimiento y mayor vida útil, sino que también recibiría y entregaría energía de manera más veloz.

«Una capa intermedia situada en el centro de la batería mantiene los electrodos separados, lo que ayuda a que el litio pase de un lado a otro más rápidamente, al tiempo que mejora la lentitud de carga y descarga de las baterías de la anterior generación», explicó el profesor Matthew Hill.

Las baterías de litio-azufre ofrecen una mayor densidad energética y una reducción de costos en comparación con las de iones de litio, dado que pueden almacenar de dos a cinco veces más energía. Esto significa, por ejemplo, que un automóvil equipado con una de ellas solo tendría que cargarse una vez a la semana.

«La capa intermedia impide que los polisulfuros, una sustancia química que se forma en el interior de este tipo de baterías, se desplacen por la batería; los polisulfuros interfieren con el ánodo y acortan la vida de la batería. Esto significa que la batería puede cargarse y descargarse hasta 2.000 veces sin fallas», afirmó el autor principal del artículo, el candidato a doctor Ehsan Ghasemiestabanati.

Además, agregó la Universidad de Monash, las baterías de litio-azufre no dependen de metales esenciales en las de iones de litio, como el cobalto, el níquel y el manganeso, cuya oferta es cada vez menor en todo el mundo. Por el contrario, el azufre es abundante y su extracción tiene bajo costo, al menos en Australia.

Publicado por la revista “Journal of Materials Chemistry A” de la Real Sociedad de Química, del trabajo participaron además los académicos Mahdokht Shaibani y Mainak Majumber. La iniciativa liderada por la Facultad de Ingeniería de la institución emplazada en Melbourne contó con el respaldo de la Agencia Nacional de Ciencia de Australia (Csiro).

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