domingo, diciembre 22, 2024
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Las encuestas dan la espalda a Trump (como ya pasó en 2016): ¿qué factores podrían decantar esta vez su victoria?

Las peculiaridades del sistema electoral de EE.UU. permiten que el candidato republicano revierta a su favor la intención de voto mostrada por los sondeos.

Debido a la pandemia de covid-19, una cantidad récord de ciudadanos estadounidenses emite su voto a distancia para elegir presidente en las elecciones del próximo 3 de noviembre. Hasta la fecha, más de 79 millones de personas han participado ya en la votación anticipada por correo o entregando las papeletas en persona, lo que representa más de la mitad de todos los votos emitidos durante los comicios de 2016. En esto radica la principal diferencia entre aquellas y estas estas elecciones: en que una semana antes de la jornada electoral, la mayoría de los votantes ya ha manifestado sus preferencias por uno u otro candidato.

La mayoría de los que ya han votado esta vez han sido los demócratas, un 47,3 %, frente al 29,4 % de los republicanos, si bien la información sobre la afiliación política de los votantes tampoco es facilitada por todos los estados. Sin embargo, el menor porcentaje de republicanos tampoco sorprende, teniendo en cuenta las reiteradas declaraciones de su candidato, el presidente Donald Trump, poniendo en duda la legitimidad de la votación temprana, lo que le ha llevado a tildar las elecciones de 2020 de antemano como «las más fraudulentas de la historia».

Mientras los resultados preliminares de la votación temprana no favorecen a Trump —los demócratas con toda probabilidad votaron por el exvicepresidente Joe Biden—, las encuestas nacionales tampoco lo dan por ganador, salvo la de Rasmussen Reports que le otorga un 48 % frente al 47 % de Biden, y otro par de encuestas en las que el mandatario se impone a su rival demócrata por escaso margen.

El sondeo de NBC News sitúa por delante al exvicepresidente de Obama con un 51,9 % de los votos frente al actual presidente (43,7 %); el de CNN también da por ganador a Biden con un 57 % de apoyo frente al 41 % a Trump, mientras que prácticamente todas las encuestas nacionales ponen a Biden en primer lugar con diez o más puntos de diferencia, según se aprecia en el portal RealClearPolitics.

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Si bien las encuestas no son, en esencia, un instrumento perfecto para predecir el resultado, están lo suficientemente arraigadas en la sociedad estadounidense como para seguir siendo una parte fundamental de su vida, independientemente de si aciertan o no el resultado de las elecciones del próximo 3 de noviembre.

Los ‘swing states’ o estados ‘bisagra’

En 2016 las encuestas encumbraron a la candidata demócrata Hillary Clinton, pero ganó Trump, que ahora también podría revalidar aquel triunfo contra todo pronóstico gracias a las peculiaridades del sistema electoral del país norteamericano, que pasa por ser uno de los más complejos del mundo. 

Según establece la Constitución de EE.UU., los comicios presidenciales se realizan a dos niveles: mediante el voto popular y el Colegio Electoral, resultando ganador el candidato que recibe 270 votos de los ‘electores’ de los 50 estados y el Distrito de Columbia.

En otras palabras, el candidato no es elegido por voto directo, sino por el número limitado de ‘electores’ en cada estado. Y aunque en la gran mayoría de los casos, los electores votan por el candidato del partido que representan, no siempre ocurre así.

Durante las últimas presidenciales de 2016 hubo diez electores ‘infieles’ de un total de 538, número que podría haber cambiado el resultado de cinco de las 58 elecciones anteriores.

El factor clave para la victoria de Trump ahora recae, precisamente, en los llamados ‘swing states’ o estados ‘bisagra’, donde no queda claro cómo votarán los electores y que puede decantar la balanza a favor o en contra del actual mandatario en el último momento.

Los ‘swing states’ son aquellos estados que no tienen un candidato definitivo en los sondeos y que durante los últimos años han votado tanto por un demócrata como por un republicano. También se conocen como estados péndulo por sus fluctuaciones entre los dos partidos, o ‘battleground states’ en inglés, donde se prevé una lucha reñida entre ambos candidatos.

En 2016, Trump ganó en 30 estados y en el 2.º distrito congresional de Maine con sus 306 votos electorales. Ahora lidera en 20 estados que le darían 125 votos electorales, mientras que Biden se mantiene firme en 24 estados que equivalen a 290 votos electorales, según estimaciones de The Cook Political Report.

Las victoria del actual mandatario incluso se tambalea en el estado conservador de Texas, donde debería estar asegurada por ser tradicionalmente un sólido bastión republicano, pero donde supera a Biden por una diferencia mínima. Para ganar esta vez, Trump tendrá que asegurarse los votos de todos los estados ‘bisagra’, además de Texas: Florida, Georgia, Carolina del Norte, Iowa, Ohio y el 2.º distrito congresional de Maine.

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Pero aún así le faltarán 22 votos hasta alcanzar los 270 necesarios, por lo que también tendrá que inclinar la balanza de su lado en, como mínimo, dos de los siete estados que, si bien no se consideran sólidos para la victoria de Biden, son de predominio demócrata: Arizona, Míchigan, Minesota, Wisconsin, Pensilvania, Nevada y Nuevo Hampshire. En 2016, Trump se llevó los votos de todos ellos menos de Minesota, Nevada y Nuevo Hampshire.

Este mapa interactivo que cambia las opciones de victoria de Trump y de Biden en función de los estados que el usuario marca como republicanos o demócratas, permite hacerse una idea clara de cómo los estados ‘bisagra’ pueden determinar el resultado de las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos. 

RT espanol