Dreamcast: la efímera vida de la última consola de Sega
El 27 de noviembre de 1998 la compañía japonesa Sega estrenaba en su país la que sería su última consola de videojuegos, la Dreamcast, equipo con el que intentó competir con la Nintendo 64 y la PlayStation.
Y lo hacía con buenas cartas: un robusto hardware y sobresalientes juegos.
La consola fue desarrollada en cooperación con gigantes como Hitachi y Microsoft. De hecho, contaba con un lector óptico y con un procesador Hitachi.
Se trataba claramente de una consola adelantada a su época. De hecho, fue la primera en contar con un módem incorporado para brindar una experiencia multijugador en línea.
La consola exhibía además otros elementos vanguardistas como la VMU (acrónimo de Visual Memory Unit o unidad de memoria visual), un pequeño dispositivo anexo que funcionaba como tarjeta de memoria de la Dreamcast. Pero era mucho más que eso. Tenía una pantalla que podía funcionar durante el juego y entregar información extra a los jugadores. Incluso podía funcionar como una consola independiente, para eso dispobía de sus propios minijuegos y de sus mandos y botones.
Por estas características, se dice que la Dreamcast sentó las bases de lo que serían las consolas modernas.
Con respecto a los juegos, Sega acompañó a la Dreamcast con varios títulos que harían historia. Uno de esos juegos fue concebido como el caballo de batalla que encumbraría a Sega y a la propia Saturn al éxito. Hablamos de Shenmue, creado por Yu Suzuki, el mismo de Virtua Fighter.
Se asegura que en el desarrollo de Shenmue 1 y 2, Sega gastó más de $70 millones de dólares, lo que lo transformó inmediatamente en el videojuego más caro de la historia.
Lamentablemente, la consola tuvo un frío recibimiento en Japón y los usuarios estadounidenses debieron esperar un año para que la Dreamcast llegara a las vitrinas, el 9 de septiembre de 1999.
En Estados Unidos, la respuesta sería mucho mejor, sobre todo por los títulos con los que contaba. Vendió 500,000 unidades en solo dos semanas.
Lamentablemente, a los pocos meses aparecería un rival de temer: la PlayStation 2.
No se sabe bien si fue esa aparición lo que selló el destino de la Sega Dreamcast.
Porque, finalmente, el 31 de enero de 2001, Sega decidió paralizar la producción de la Dreamcast. Además anunciaba que, a partir de esa fecha, se dedicaría solamente al desarrollo de videojuegos.