Derrame contaminante en isla turística de la Bahía de Panamá
El espectáculo actual es desolador, pues al color carmelita de la arena y arrecifes costeros se unen peces y pájaros muertos, mientras algunas aves luchan por su vida ayudados en ocasiones por vecinos y trabajadores de la AMP, quienes intentan limpiarles en su plumaje los restos de la sustancia, al parecer algún derivado del petróleo.
‘Los daños causados son irreparables’, declaró al diario La Estrella de Panamá la alcaldesa del distrito, Magaly Ricord, quien explicó que las larvas que viven debajo de las piedras morirán y ello afectará el ecosistema costero, por lo que el Consejo Municipal que encabeza exigió una investigación profunda y la sanción para los culpables.
Los especialistas de la AMP buscan indicios en cinco embarcaciones encalladas a unos 300 metros de la isla, que antes fueron usadas para el suministro de combustibles a los mercantes que hacen la ruta transístmica del Pacífico al Atlántico a través del canal fluvial, pero hasta el momento no informaron hallazgos o la identificación del vertimiento.
Un comunicado de esa institución estatal afirmó que ‘en aras de proteger el refugio de vida silvestre y la actividad turística en Taboga, se estarán realizando modificaciones a las cartas náuticas de papel y electrónicas para prohibir el anclaje de embarcaciones cerca de las costas de la isla’.
Desde el martes pasado lugareños informaron de la mancha que afecta el islote habitado por unas 800 personas e importante destino de excursionistas nacionales y foráneos atraídos por el paisaje marino, el cual tiene como fondo la entrada sur de la vía interoceánica y los rascacielos de la capital distante 13 kilómetros.
La alcaldía pidió a los isleños tomar las medidas de bioseguridad y evitar la utilización de las playas hasta tanto logren la limpieza de las aguas y puntos de riberas contaminados, los cuales están localizados en al menos tres de los mejores sitios para tomar un baño.
Taboga es uno de ocho islotes ubicados cerca de tierra firme y de los 12,1 kilómetros cuadrados de superficie, solo en una estrecha franja costera se levanta el pequeño poblado cuya fundación data de del siglo XVI por los colonos españoles y también sirvió de refugio a piratas como el temido Henry Morgan.
La isla fue bautizada como nombre de San Pedro, santo patrono según el catolicismo y crearon la iglesia que algunos informes señalan como la segunda más antigua del litoral Pacífico americano; textos consultados aseguran que el nombre actual de la isla responde a la voz indígena ‘aboga’, que significa ‘abundantes peces’.
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Prensa Latina