sábado, septiembre 7, 2024
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Comité Judicial se apresta a votar sobre nominación de la jueza Amy Coney Barrett

La Comisión de Asuntos Jurídicos del Senado votará este jueves,  22 de octubre, para recomendar la nominación al pleno del Senado de la jueza Amy Coney Barrett a la Corte Suprema, con una votación final que sería para fin de mes.

Los republicanos llevaron la semana pasada a la nominada a la Corte más cerca de la confirmación, pasando por encima de las objeciones demócratas y de otras prioridades durante la crisis del COVID-19, en su intento de lograr la aprobación antes de las elecciones del 3 de noviembre.

“Una farsa”, dijo la senadora demócrata Amy Klobuchar. “Acaparación de poder”, dijo su correligionario Richard Blumenthal. “No es normal”, agregó el también demócrata Dick Durbin.

“Uno no convoca a una audiencia de confirmación para la Corte Suprema durante una pandemia, cuando el Senado está en receso, cuando ya han empezado las votaciones para la elección presidencial en la mayoría de los estados”, declaró el senador demócrata Chris Coons.

Los republicanos, deseosos de cubrir la vacante dejada por el fallecimiento de la jueza liberal Ruth Bader Ginsberg replican que el presidente Donald Trump tiene la autoridad para cubrir el puesto y que ellos tienen los votos necesarios para hacerlo.

Apoyados en su pequeña mayoría en el Senado, los republicanos se aprestan a asegurar una mayoría conservadora de 6-3 en la corte para los años por venir.

Randy Serrano tiene la información.

El senador republicano John Cornyn dijo que entiende la “desilusión” de los demócratas y agregó que “su derrota es la victoria de los estadounidenses”.

La confirmación de Barrett daría el cambio ideológico más pronunciado a la Corte Suprema en 30 años, del ícono liberal Ginsberg a la conservadora jueza de apelaciones de Indiana.

El cambio casi seguramente lanzará una nueva era de fallos judiciales sobre aborto, derechos al voto y otros asuntos que quedan ahora abiertos a incertidumbre.

Cuando el senador Ben Sasse (R / NE) le pidió que nombrara las libertades que protege la Primera Enmienda, la jueza Amy Coney Barrett no pudo proporcionar las cinco.

Barrett, de 48 años, se cuidó durante los dos días de testimonios de no mostrar sus opiniones en muchos asuntos y de no hablar del presidente que la nominó.

Enfrentando casi 20 horas de preguntas de los senadores, declinó dar detalles más allá de decir que mantendría la mente abierta y analizaría los casos individualmente.

“No es la ley de Amy”, les dijo a los senadores varias veces.

Barrett dice que ha decidido mantener la misma perspectiva que su mentor, el difunto juez Antonin Scalia.

Barrett no estaba presente en la audiencia del jueves de la semana pasada, la última de las sesiones de la semana en momentos en que la pandemia persiste en el país. Dos senadores republicanos en la comisión han dado positivo a coronavirus.

Barrett, de 48 años, es una católica devota con siete hijos y una favorita de los conservadores religiosos y se considera que rechaza de plano el aborto.

Estuvo entre los finalistas para la segunda nominación de Trump a la Corte Suprema, que finalmente obtuvo el juez Brett Kavanaugh.

Barrett, de 48 años, está ampliamente considerada como la principal favorita de Trump para ser la nominada para llenar la vacante de la jueza Ginsburg.

Barrett fue nominada por Trump a la Corte de Apelaciones del 7mo Circuito federal y confirmada por el Senado en octubre de 2017 por 55 votos a favor y 43 en contra. El 7mo Circuito, con sede en Chicago, cubre los estados de Illinois, Indiana y Wisconsin.

En sus casi tres años en el puesto firmó unas 100 opiniones, incluidas varias opiniones discordantes en las que mostró su claro y consistente cariz conservador.

Barrett sirvió como asistente legal del juez de la Corte Suprema Antonin Scalia. Trabajó brevemente como abogada privada en Washington D.C. antes de volver a la Facultad de Derecho de la Universidad de Notre Dame, donde estudió, para convertirse en profesora en 2002.

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En 2017, durante su vista de confirmación en el Senado para el puesto en la corte de apelaciones, los demócratas presionaron a Barrett sobre si sus creencias afectarían sus posibles fallos sobre el aborto y otras cuestiones sociales controvertidas.

Barrett respondió que se tomaba su fe católica en serio, pero que “yo recalcaría que mi afiliación religiosa personal o mi creencia religiosa no me eximen de mis deberes como juez”.

Está casada con Jesse Barrett, un exfiscal federal que ahora es socio en una firma legal de South Bend, Indiana. La pareja tiene siete hijos, incluidos dos adoptados en Haití y uno con necesidades especiales.

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