martes, abril 23, 2024
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Barrett promete un enfoque justo mientras los demócratas se muestran escépticos

WASHINGTON — La candidata a la Corte Suprema, Amy Coney Barrett, presentó este lunes su enfoque de la ley como conservador y justo al comienzo de las audiencias de confirmación aceleradas, mientras que los demócratas enojados, la consideran una amenaza para los estadounidenses.

Con su esposo y seis de sus siete hijos detrás de ella en una sala de audiencias fuera del alcance del público, Barrett expresó puntos de vista en desacuerdo con la difunta juez Ruth Bader Ginsburg, para cuyo asiento el presidente Donald Trump la nominó.

“Los tribunales no están diseñados para resolver todos los problemas o corregir todos los errores de nuestra vida pública”, declaró la jueza de la corte federal de apelaciones de 48 años, quitándose la máscara protectora que usaba la mayor parte del día para leer una declaración preparada.

Los estadounidenses «merecen una Corte Suprema independiente que interprete nuestra Constitución y nuestras leyes tal como están escritas», dijo Barrett al Comité Judicial del Senado, exponiendo su filosofía judicial, que ha comparado con la de su mentor conservador, el difunto juez Antonin Scalia.

El Senado, encabezado por los aliados republicanos de Trump, está impulsando la nominación de Barrett a una votación rápida antes del día de las elecciones, el 3 de noviembre, y antes del último desafío a la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio, que la Corte Suprema escuchará una semana después de las elecciones.

Barrett enfrentará preguntas el martes después de un día dedicado a las declaraciones de apertura.

La senadora Kamala Harris de California, compañera de fórmula del candidato presidencial demócrata Joe Biden, advirtió que la nominación de Barrett pone en peligro todo lo que Ginsburg luchó por proteger.

Al testificar desde su oficina debido a la pandemia, Harris dijo que el tribunal es «a menudo el último refugio para la igualdad de justicia» y que no solo están en juego la atención médica, sino también los derechos al voto, los derechos de los trabajadores, los derechos al aborto y la idea misma de justicia.

El presidente del panel, el senador republicano Lindsey Graham, programó una votación de la comisión para las 9 de la mañana del jueves 15 de octubre, el último día de audiencias. Se prevé que se vote la nominación de Barrett durante esa reunión y posteriormente se aplace una semana, de acuerdo con las reglas de la comisión.

Si eso sucede tal como está previsto, la comisión procedería a votar la nominación el jueves 22 de octubre. Eso establecería un voto final de confirmación en el pleno del Senado para la semana del 26 de octubre.

Los republicanos se apresuran para confirmar a Barrett antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre. A menos que cambien las circunstancias, se prevé que los republicanos cuenten con los votos necesarios para aprobar la nominación en la comisión y obtener la confirmación final en el pleno.

La audiencia de confirmación de la jueza Amy Coney Barrett para la Corte Suprema de Estados Unidos comenzó el lunes mientras el Senado, de mayoría republicana, se apresta a reemplazar a la fallecida magistrada Ruth Bader Ginsburg.

La elección del presidente Donald Trump tiene la intención de cimentar una mayoría conservadora en el máximo tribunal del país previo a las elecciones del 3 de noviembre.

La conservadora recuerda a los magistrados Ruth Bader Ginsburg y Antonin Scalia en su discurso.

Si Barrett es confirmada rápidamente, podría estar en la Corte Suprema cuando se atienda la impugnación más reciente a la ley, conocida como “Obamacare”, el 10 de noviembre, una semana después de las elecciones presidenciales del país.

“La cobertura de salud para millones de estadounidenses está en riesgo con esta nominación”, aseveró la senadora Dianne Feinstein, la principal demócrata de la comisión.

Barrett, de 48 años, es una católica devota con siete hijos y una favorita de los conservadores religiosos y se considera que rechaza de plano el aborto. Estuvo entre los finalistas para la segunda nominación de Trump al Supremo, que finalmente obtuvo el juez Brett Kavanaugh.

Barrett, de 48 años, está ampliamente considerada como la principal favorita de Trump para ser la nominada para llenar la vacante de la jueza Ginsburg.

Barrett fue nominada por Trump a la Corte de Apelaciones del 7mo Circuito federal y confirmada por el Senado en octubre de 2017 por 55 votos a favor y 43 en contra. El 7mo Circuito, con sede en Chicago, cubre los estados de Illinois, Indiana y Wisconsin.

En sus casi tres años en el puesto ha firmado unas 100 opiniones, incluidas varias opiniones discordantes en las que mostró su claro y consistente cariz conservador.

Barrett sirvió como asistente legal del juez de la Corte Suprema Antonin Scalia. Trabajó brevemente como abogada privada en Washington D.C. antes de volver a la Facultad de Derecho de la Universidad de Notre Dame, donde estudió, para convertirse en profesora en 2002.

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En 2017, durante su vista de confirmación en el Senado para el puesto en la corte de apelaciones, los demócratas presionaron a Barrett sobre si sus creencias afectarían sus posibles fallos sobre el aborto y otras cuestiones sociales controvertidas.

Barrett respondió que se tomaba su fe católica en serio, pero que “yo recalcaría que mi afiliación religiosa personal o mi creencia religiosa no me eximen de mis deberes como juez”.

Está casada con Jesse Barrett, un exfiscal federal que ahora es socio en una firma legal de South Bend, Indiana. La pareja tiene siete hijos, incluidos dos adoptados en Haití y uno con necesidades especiales.

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