lunes, diciembre 23, 2024
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Así es el biorreactor creado en Ecuador que produce un lubricante biodegradable a partir del aceite de cocina usado

Un grupo de ecuatorianos creó un biorreactor que permite procesar aceite usado de cocina para hacer nuevos productos, que son biodegradables en un máximo de 30 días, es decir, que no dejan ninguna huella ambiental.

Este biorreactor utiliza un mínimo de agua y energía para realizar un proceso químico llamado transesterificación al aceite usado, mediante el cual el líquido «deja de ser contaminante y pasa a ser biodegradable», explica Arianna Paredes, estudiante de física teórica en la Universidad de Investigación de Tecnología Experimental Yachay de Ecuador, conocida popularmente como Yachay Tech, quien forma parte del equipo multidisciplinario creador de esta iniciativa.

Además de Paredes, el grupo está conformado por la doctora en química y ciencias ambientales Herminia Sanaguano; el ingeniero en mecánica y mecatrónica Luis Sánchez, de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo; los también estudiantes de Yachay Tech Darío Cabezas (de tecnologías de la información) y Xavier Abimael Cóndor y Jhoao Minango (de nanotecnología); y completa el equipo David Cuasapud, quien estudia contabilidad en la Universidad Regional Autónoma de los Andes.

El biorreactor, creado bajo la mano de Sanaguano y Sánchez, está hecho con material reciclado, tras tomar partes de diferentes maquinarias, como un motor de lavadora, un tanque de aluminio y un amortiguador de vehículos, entre otros.

Recogiendo el aceite usado

El aceite de cocina usado es un producto altamente contaminante. «Un solo litro de este residuo puede contaminar hasta 1.000 litros de agua pura», señala Paredes.

La entrevistada añade que si el residuo llega a áreas acuáticas más extensas lo que hace es «crear capas dentro de la superficie del agua e impedir la correcta oxigenación de flora y fauna marina».

Paredes detalla que, generalmente, en el hogar, este residuo se desecha de dos maneras. Algunas personas lo tiran por el fregadero, lo que suele contribuir a que las cañerías se tapen, y otros suelen echarlo en una botella y botarlo con el resto de la basura, por lo que en países como Ecuador, donde no hay planes de manejo de este desecho, llega a los vertederos y contamina las tierras, acabando con los minerales del suelo y afectando a los cultivos.

Son esas razones las que impulsaron a este grupo a tomar el aceite usado de cocina para procesarlo y utilizarlo como materia prima para sus productos.

Este residuo lo recolectan en pequeños restaurantes, que han denominado como «aliados», donde han educado acerca de la importancia de no tirar este contaminante líquido en cualquier lugar y la posibilidad de darle un nuevo uso. También lo pueden obtener haciendo campañas a través de redes sociales, instando a la gente a que lleve el desecho a sus puntos de acopio, que están en las ciudades de Ambato (provincia de Tungurahua), Tulcán (Carchi), Ibarra (Imbabura) y en Quito, la capital de Ecuador.

Antes de realizar sus productos, además de la transesterificación, el aceite usado de cocina es sometido a otro proceso que se llama desodorización, para eliminar cualquier rastro de sustancia odorífera por el uso que se le haya dado, aclara Cóndor.

Biorust 18-11

El proyecto que llevan adelante estos estudiantes y profesionales se llama Panka Inventions.

«La hoja [o ‘Panka, en idioma kichwa] significa cambio y lo que queríamos representar es ese cambio hacia una economía circular dentro del Ecuador, al aplicar temas de sostenibilidad a nivel industrial en el país», enfatiza Paredes.

El primer producto que han desarrollado es el ‘Biorust 18-11’, un lubricante multiuso para trabajos mecánicos, industriales y automotrices, que tiene ese origen ecológico, por el proceso al que se somete la materia prima; y es biodegradable, «se puede tirar en el césped o en la tierra y no pasaría nada, en 30 días se eliminaría y no quedaría ningún residuo«, explica Paredes.

«Se usa bastante en la lubricación de piezas que tienen que estar sujetas a movimiento, por ejemplo, rulimanes (rolineras o rodamientos)», comenta Cóndor, quien detalla que sirve para bicicletas, motocicletas y autos (exceptuando el motor).

Además de lubricar, Paredes destaca que entre sus propiedades están que es antioxidante, penetrante, «afloja todo», elimina rechinidos, es un abrillantador de piezas metálicas, desengomante (ayuda a remover goma de mascar y pegatinas o sticker) y también repele la humedad, entre otros.

La estudiante recuerda que las primeras personas que probaron el lubricante fueron los trabajadores mecánicos de Urcuquí, el poblado donde se encuentra Yachay Tech: «Empezamos a ir a las mecánicas con nuestro producto en una lata sin etiqueta, sin nada y les decíamos que lo probaran». De esta manera, recibieron el ‘feedback’ de esas personas e hicieron los cambios que consideraron pertinentes de acuerdo con lo que les decían; uno de ellos fue el tema del olor, lo que llevó a los integrantes de Panka Inventions a experimentar con los aromas y decantarse por la lavanda para el ‘Biorust 18-11’.

La presentación que tienen actualmente de este lubricante es de 400 mililitros. Paredes comenta que de cada litro de aceite usado, luego de todo el proceso de transesterificación y desodorización, se obtienen dos latas de ‘Biorust 18-11’, es decir, 800 mililitros del nuevo producto.

En seis meses que lleva el proyecto en producción, pues arrancó en diciembre de 2020, ya han procesado y dado un nuevo uso a más de 500 litros de aceite usado de cocina. Actualmente buscan inversores para aumentar la capacidad de procesamiento.

El ‘Biorust 18-11’ ha tenido una buena aceptación en el mercado, comenta Cóndor. «Lo han recibido bien, no tiene nada que envidiarle a ninguna otra marca de lubricantes; creo que esa recepción es tanto por el precio (6 dólares la lata, menor a otros) como por el trasfondo ambiental y por la calidad del producto», enfatiza.

Otros productos en marcha

Además del lubricante, actualmente trabajan en el desarrollo de un jabón desengrasante para la piel, principalmente para «manos de mecánicos», dice Paredes, al que le han dado el nombre de ‘Biogoop’, que, «aparte de que va a limpiar muy bien la grasa, ayudará a la humectación, por la presencia de la glicerina —un subdesecho del proceso de transesterificación—»

También están en procesos de investigación y desarrollo para elaborar detergentes lavaplatos, así como champú para mascotas (perros, concretamente).

Todos estos productos se podrían hacer sin el biorreactor que ha creado el equipo de Panka Inventions, dicen ellos mismos; sin embargo, sería un proceso más lento y se pierde el fin ecológico, puesto que se necesita muchísima agua para el procesamiento del aceite usado de cocina.

«El biorreactor lo que hace es industrializar el proceso y hacerlo limpio, facilitando y acelerando mucho la producción», indica Paredes, resaltando la importancia de la invención.

Actualmente, Panka Inventions participa en los Premios Latinoamérica Verde. De 2.517 proyectos que postularon este año, lograron pasar a la siguiente etapa, que es el Top 500; asimismo, quedaron como finalistas en la categoría Residuos, donde solo hay nueve iniciativas en competencia y esperan por la premiación que se hará en agosto próximo.

Edgar Romero G.

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