Advierten de efectos nocivos por “monstruosa” nube de polvo del Sahara
San Juan, PR.- Una nube de polvo proveniente del desierto del Sahara en Africa viajó a través del Atlántico y llegó al Caribe este fin de semana mientras sigue su curso hacia el oeste, rumbo a EEUU. Algunos expertos explican que tiene un tamaño y una concentración no vista en cinco décadas y afecta la calidad del aire.
La calidad del aire en la mayor parte de la región cayó a niveles récord de «peligrosos» y los expertos apodaron el evento la «nube de polvo de Godzilla». «Este es el evento más significativo en los últimos 50 años», dijo Pablo Méndez Lázaro, especialista en salud ambiental de la Universidad de Puerto Rico. «Las condiciones son peligrosas en muchas islas del Caribe».
En tal sentido las autoridades locales de la región han advertido a las poblaciones de los riesgos, en especial a las personas con problemas respiratorios. Muchos especialistas en salud estaban preocupados aquellos que ya lidian con problemas pulmonares relacionados con COVID-19.
Po ejemplo, la Oficina Meteorológica de Barbados indicó que las personas con problemas respiratorios o alergias deben buscar refugio o tener a mano medicamentos en caso de emergencia.
Los expertos en alergias coinciden en alertar a los grupos sensibles, como personas con asma y otras enfermedades respiratorias para que tomen las precauciones necesarias.
El polvo del Sahara puede contener partículas que produzcan síntomas como tos seca, dolor de garganta, picazón, ojos llorosos, estornudos y secreción nasal. Entre las precauciones estarían evitar actividades al aire libre y usar filtros de aire si se cuenta con ellos.
Los altos niveles de polvo sahariano pueden exacerbar problemas en personas con alto riesgo de complicaciones respiratorias.
Algunos estudios han sustentado que la contaminación del aire es un problema de salud global de alta prioridad y el papel que juega estos fenómenos que ocurren cada año. «Aproximadamente la mitad del polvo mineral atmosférico se origina en el desierto del Sahara (…) y contribuye al exceso de mortalidad y morbilidad por todas las causas y por causas específicas», explica uno de ellos del 2019.
En otro estudio del 2014 se detalla que «curiosamente, hallazgos recientes también han demostrado que durante el azote de polvo del Sahara, las partículas artificiales locales pueden tener efectos más fuertes en la salud que durante los días sin que haya esas nubes de polvo», y explica que dichas nubes podrían influir en «la mayor toxicidad observada en el aire ambiente local».
«Las partículas que carga pueden superar con creces los niveles saludables. Entre los efectos de las tormentas de polvo en la salud humana se encuentran los trastornos respiratorios (que incluyen asma, traqueitis, neumonía, rinitis alérgica y silicosis), trastornos cardiovasculares (que incluyen derrame cerebral), conjuntivitis, irritaciones de la piel, meningitis meningocócica, fiebre del valle, enfermedades asociadas con floraciones de algas tóxicas y mortalidad y lesiones relacionadas con accidentes de transporte», explica otro estudio de 2013.
Por si eso fuera poco, de acuerdo a un artículo del Washington Post «el polvo que se deposita en el océano puede promover el crecimiento de varias especies de bacterias, incluido el vibrio. Los compuestos metálicos contenidos en el polvo proporcionan alimento a las bacterias, lo que favorece su proliferación. Según los CDC, el vibrio es más común entre mayo y octubre, pero puede permanecer todo el año en climas donde el agua es lo suficientemente cálida. El vibrio es problemático si se ingiere, principalmente asociado con mariscos poco cocidos».
El 18 de junio, uno de los satélites de la NASA detectó una enorme nube de polvo sahariano sobre el Océano Atlántico que se extendió desde la costa occidental africana hasta las Antillas Menores.
La masa de aire extremadamente seco y polvoriento conocida como la capa de aire sahariana se forma sobre el desierto del Sahara y se mueve a través del Atlántico Norte cada tres o cinco días desde finales de primavera hasta principios de otoño, llegando a su punto máximo a fines de junio hasta mediados de agosto, según los EE. UU. Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. Puede ocupar una capa de aproximadamente dos millas de espesor en la atmósfera, dijo la agencia.