Un mes sin WhatsApp: qué cosas extraño y cuáles aún detesto
No, no es imposible vivir sin WhatsApp. Después de un mes de haber abandonado la aplicación de mensajería de Facebook, doy fe de que no solo es posible, sino que puede llegar a ser necesario como un proceso de “desinfoxicación”.
En medio de los controvertidos cambios de la política de privacidad de WhatsApp, decidí conocer cómo sería la experiencia de permanecer un mes sin esta aplicación, que hasta finales de febrero de 2021 era la que más utilizaba para comunicarme con familiares y amigos.
Los cambios que constaté durante la primera semana se mantuvieron invariables en las siguientes. De todos rescato la necesidad de mantener los vínculos con mis familiares: durante este mes he aumentado (¡enhorabuena!) la frecuencia de las llamadas telefónicas.
Con seguridad hay muchas novedades que me perdí durante mi ausencia, pero he ganado otras. De cualquier manera, esto es lo que extraño de WhatsApp y lo que prefiero olvidar.
Qué extraño de WhatsApp
- Grupos familiares y de amigos: si hay algo que valoro de WhatsApp –en especial durante la pandemia– es que permite mantener el contacto diario con familiares y amigos. Ante la imposibilidad de reunirse físicamente, ha sido el espacio más íntimo para mantener los vínculos, ya sea al compartir fotografías o conversar sobre temas cotidianos.
- Sistema comunicación universal: querámoslo o no, –casi– todos están en WhatsApp. Aunque Telegram sigue ganando terreno –20 de mis contactos se sumaron a esta app este mes–, la mayoría todavía prefiere WhatsApp.
- Memes: si hay algo que extraño de WhatsApp es que es una fuente inagotable de memes sobre todos los temas, lo que garantiza risas a todo momento. Claro, puede saturar la memoria del teléfono, pero el sistema de administración de archivos mejorado resuelve este problema.
- Libreta de apuntes: “¿Te acuerdas cuándo hicimos esto?” Es uno de los usos que más extraño de WhatsApp. Aunque no es una función declarada de la app, WhatsApp se había transformado para mí en una libreta de apuntes –o diario de vida– que me permitía recordar eventos, compromisos o recuperar fotografías, entre otros.
Qué no extraño de WhatsApp
- Obligación de estar siempre disponible: “¡Pero si te escribí por WhatsApp!”. Todos tenemos amigos o contactos que nos envían un mensaje y creen que eso basta para darnos por enterados. Claro, no es un problema de la app, sino de los usuarios. Pero WhatsApp tampoco brinda alternativas para protegerse de estos comportamientos.
- Grupos forzados: ¿por qué cualquier persona puede agregarme a un grupo? Cada cierto tiempo, un contacto considera necesario crear un grupo y te suma sin aviso previo. Tienes dos alternativas: quedar como el “amargado” y marcharte, o ahorrarte el mal rato y permanecer en silencio.
- Grupos por compromiso: la mayoría estamos en grupos por compromiso (colegio, comunidad del edificio o del barrio), que pueden ser necesarios para asuntos puntuales. Sin embargo, como estos se mezclan con los chats y conversaciones importantes, ensucian la experiencia de uso de WhatsApp.
- Mensajes inoportunos: olvidaste silenciar el teléfono –algo que no debería ser necesario, vale la pena aclarar– y recibes un mensaje a las 3:00 a.m. de un contacto que estaba con insomnio y no encontró nada mejor que enviar un meme a todos. ¡Fatal!
- Saludos inspiradores: “¡Feliz día, grupo!”, “¡Vamos, amigos, con toda la fuerza para hoy!”. Peor si además el grupo queda sin actividad hasta la mañana siguiente.
Qué cambiaría de WhatsApp
Aunque es probable que mi “cuarentena” de WhatsApp se extienda por más tiempo, sí hay algunos aspectos que podrían mejorar la experiencia de uso:
- Cerrar la aplicación: ¿por qué podemos cerrar sesión en Facebook, Instagram o Twitter, pero no ocurre lo mismo con WhatsApp? Un mecanismo de este tipo, que aplicaciones como Telegram han implementado, evitaría la obligación de estar conectado de forma permanente.
- Más control de los grupos: decidir quién te puede agregar a un grupo, cuándo recibes mensajes de estos y separarlos de tus conversaciones principales. Incluso la posibilidad de “hibernar” de grupos de los que no quieres salir (como del trabajo), pero deseas ausentarte un tiempo (durante vacaciones).
- Grupos efímeros: aunque WhatsApp ha avanzado con los mensajes efímeros, una real contribución sería un sistema de grupos con fecha de caducidad. De esta forma, los grupos creados para un fin en particular se podrían eliminar de manera automática.
- Desvincularlo del número telefónico: ni Telegram ni Signal obligan a vincular un número telefónico a la aplicación. Una forma para que WhatsApp proteja la privacidad de sus usuarios sería avanzar en este camino.
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