martes, noviembre 5, 2024
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Pese a resistencias neoliberales, constituyente avanza en Perú

La iniciativa fue lanzada por el político neoliberal Enrique Ghersi como parte de una cruzada contra el proyecto que fue uno de los ejes de la campaña electoral de Castillo, quien, mientras esperaba su proclamación oficial, anunció que lo plantearía al asumir la Presidencia, el 28 de julio.

‘El 28 de julio, iniciando el mensaje a la nación, vamos a poner frente al Congreso el primer pedido del pueblo: que agende inmediatamente la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente para redactar la primera Constitución del pueblo’, dijo.

El anuncio de Castillo fue recibido con sorpresa y hostilidad por los defensores de la carta magna dictada en 1993, bajo el gobierno de mano dura de Alberto Fujimori, que consagró el modelo económico neoliberal generador del gran descontento social.

Hizo la declaración en plena acción mediática y política derechista contra la consulta prevista en su programa electoral y para su convocatoria, por iniciativa individual del legislador electo de Perú Libre Guillermo Bermejo y un grupo de juristas, se inició paralelamente una campaña con vistas a reunir cinco millones de firmas.

Según el promotor, los firmantes pedirán ‘reformar de manera total la Constitución Política del país del año 1993, a cargo de una Asamblea Constituyente’.

El abogado Ghersi pretende todo lo contrario, un referendo que prohíba para siempre una Constituyente, lo cual fue criticado por el exlegislador conservador José García Belaúnde y el jurista Omar Cairo, quienes lo consideran innecesario porque sostienen que la carta magna vigente cierra todos los caminos a una consulta popular.

Según García Belaúnde, convocar un referendo contra la constituyente sería caer en el juego de la izquierda, que en sus diversos matices propugna una consulta para viabilizarla, por ser en última instancia la voluntad popular fuente esencial de la legalidad.

Ambos alegan, como los medios de comunicación, juristas y economistas derechistas, que la constitución neoliberal vigente no contempla la posibilidad de una asamblea y deja en manos del Congreso -en el que tendrá mayoría la derecha- la decisión sobre su reforma.

García Belaúnde no lo dijo, pero es grande el riesgo de que ese referendo obtenga un resultado adverso, pues según encuestas, menos del 20 por ciento defiende totalmente la carta de 1993 y más de 80 por ciento son partidarios de reformarla o reemplazarla totalmente.

Frente a las resistencias neoliberales, el jurista Pedro Grández planteó que ‘sostener que una Asamblea Constituyente no es posible porque no está ‘positivizada’ en la Constitución que se desea sustituir es una gran ‘mentira constitucional».

Según el letrado, se deben identificar los caminos al diálogo y concretarlo. ‘Cerrar el camino del diálogo antes de iniciarlo resulta más bien antidemocrático y contrario a los principios de la convivencia plural y estable que cualquier constitución democrática debe promover’.

ASAMBLEA CONSTITUYENTE, ESPACIO IDEAL PARA EL DIÁLOGO

‘La polarización que vive el país, bien puede encontrar en una Asamblea Constituyente el espacio ideal para un diálogo sobre el futuro de nuestro sistema democrático que se encuentra sumido en una profunda crisis estructural’, añadió Grández.

El jurista anotó que ninguna constitución prevé su fin, por lo que su cambio es producto de una decisión política de consenso o mayoritaria y puede encontrar caminos por esa vía como ocurrió en Chile, donde el Parlamento, bajo presión popular modificó la carta magna, precisamente, para introducir la posibilidad de la convención constitucional.

Los contrarios al cambio alegan que en Chile la voluntad ciudadana expresada en protestas masivas, factor no existente en Perú, abrió el camino a la reforma constitucional, a un referendo y a la ya instalada constituyente.

Sin embargo, quienes propugnan en Perú la asamblea señalan que dar paso a la consulta ciudadana le evitaría a Perú pasar por la represión y las muertes que costó lograrla al vecino país.

El jurista Luciano López hizo notar que un dictamen del Tribunal Constitucional emitido en 2003, estableció que el Congreso puede acordar un proyecto de convocatoria a una Asamblea Constituyente y someterlo a un referendo.

Por otra parte, los críticos alegan que el economista Pedro Francke, brazo derecho de Castillo en el tema económico, había supuestamente excluido la posibilidad de un cambio de constitución.

Así lo asumieron porque, al responder en una entrevista que el plan de emergencia del nuevo gobierno, que contempla medidas inmediatas contra la Covid-19 y de reactivación de la economía con contenido social, no requiere del previo cambio de la carta magna.

La prensa neoliberal presentó la declaración como un abandono del proyecto de la constituyente, dentro de la política de pragmatismo económico del gobierno electo, por lo que se declaró sorprendida por el anuncio y sugirió contradicciones entre el virtual presidente electo y Francke.

Sin embargo, el economista ya había precisado en una entrevista televisiva, que ‘el pueblo votó por una nueva Constitución’ y eso no debe sorprender a nadie porque fue parte de la campaña de Castillo.

El partido Nuevo Perú (NP), al cual pertenece Francke y es aliado de Castillo, también levantó la bandera del cambio constitucional en la campaña de su presidenta, Verónika Mendoza, al igual que las fuerzas comunistas, socialistas y progresistas integrantes con NP de la coalición Juntos por el Perú y otras organizaciones afines.

‘Necesitamos refundar el país, un nuevo pacto entre peruanos y peruanas. Eso pasa por un proceso constituyente que es la salida democrática a la profunda crisis que vivimos. La salida autoritaria es mantener por la fuerza un régimen, un modelo y un consenso que se caen a pedazos’, dijo el secretario general de NP, Álvaro Campana.

El dirigente del Partido Comunista Patria Roja, Arturo Ayala, emplazó a quienes se oponen a la consulta ciudadana: ‘¿Le tienen miedo a un referéndum que pregunte si queremos o no una nueva Constitución? ¿Le tienen miedo a la democracia?’.

‘Una nueva Constitución es la salida a la crisis política que arrastramos a partir del agotamiento de la institucionalidad neoliberal; es una forma de acercamiento, diálogo, re-legitimización y refundación’, explicó Ayala.

arb/mrs

(*) Corresponsal de Prensa Latina en Perú

Prensa Latina