martes, noviembre 5, 2024
Internacionales

Ocho tipos de cotización diferentes y rechazo a los billetes ‘de cara chica’: claves para entender el complejo mundo del dólar en Argentina

La inestabilidad económica que Argentina arrastra desde hace años, sumada a las constantes devaluaciones de su moneda nacional, el peso, han motivado la aplicación de medidas para diferenciar el valor del dólar de acuerdo a cada uso o actividad. Esta lógica no se aplica en ninguna parte del mundo, y si es difícil de comprender para un argentino promedio, lo es mucho más para quien no vive en el país sudamericano. 

Y es que el fetiche que existe entre los argentinos y el dólar tiene una razón principal: son infinitas las historias de familias que perdieron muchísimo dinero por ahorrar en pesos, debido a las reiteradas devaluaciones y la constante inflación, que aún persiste.

La crisis de 2001, acaso la más grave que tuvo esta nación, dejó otra secuela con el llamado ‘corralito’, que congeló los ahorros de los argentinos en sus cuentas bancarias: hoy cualquiera que haya vivido esa fatídica experiencia podría pensar que es más seguro tener el dinero guardado debajo del colchón que en manos de entidades financieras. 

Actualmente, existen más de ocho tipos de cotizaciones distintas para la divisa norteamericana, que se diferencian según el tipo de individuo que desee adquirirlos o la naturaleza de la operación entre privados que se realice. Todas, en líneas generales, tienen un único objetivo: desalentar el uso del dólar en la economía diaria. 

Lo cierto es que las propiedades y buena parte de los bienes y servicios de alto valor, sobre todo si tienen componentes importados, se compran y se venden a valor dólar. 

1. El dólar oficial

Existe, claro, un tipo de cambio oficial. Es el dólar de referencia y su valor se toma del que informa el Banco Central, sin impuestos ni tasas extras. Sin embargo, no es de libre acceso debido al ‘cepo’ que existe en el país, que pone límites a la compra de moneda extranjera. La medida fue aplicada por el expresidente Mauricio Macri y se renovó con la gestión de Alberto Fernández. 

El dólar oficial también puede distinguirse entre minorista (el anterior) y el mayorista, que es el que se adquiere a gran escala para operaciones de comercio exterior o ante demanda de entidades financieras.

2. El dólar ahorro

Es el que puede adquirirse en los bancos al valor oficial, pero hay que sumarle el Impuesto PAÍS (Para una Argentina Inclusiva y Solidaria), del 30 %. Cada persona puede comprar hasta un máximo de 200 dólares mensuales, aunque para ello deberá estar habilitado. A mediados de septiembre, el Banco Central anunció una medida que fue muy cuestionada por la clase media: aquellos ciudadanos que tengan subsidios a las tarifas de energía, no podrán acceder al dólar ahorro.

3. El dólar ‘Blue’ o ‘ilegal’ 

El dólar ‘blue’ es el que se adquiere por fuera del mercado regulado por el Estado y los bancos. Se compra y se vende en la calle, en ‘cuevas’ financieras o entre privados que hacen la transacción en efectivo. Actualmente, la brecha entre el dólar oficial y el paralelo es de casi 96 %. 

4. El dólar soja 

La última cotización implementada por decisión del Banco Central fue el dólar ‘soja’, que tuvo vigencia durante el mes de septiembre. La medida buscó que los agroexportadores liquidaran sus cosechas en el exterior recibiendo 200 pesos por cada dólar exportado, un valor 32 % más favorable que el oficial.

La propuesta del ministro de Economía, Sergio Massa, rigió entre el 5 y el 30 de septiembre, y sirvió para que el Banco Central pudiera engrosar sus reservas. Así, ingresaron al país 7.678,62 millones de dólares, bastante más que los 5.000 millones en ventas que esperaba el Gobierno nacional. 

Los resultados de esta política, denominada Programa de incremento exportador, superaron incluso las expectativas de la Casa Rosada, pero ya finalizada se corre el riesgo de una nueva escalada cambiaria, que suele tener efectos devastadores en la inflación, uno de los problemas más acuciantes del país. 

5. El dólar turista o ‘tarjeta’

Es el dólar que se paga por realizar compras fuera del país con tarjeta de crédito. Esta cotización también está alcanzada por el impuesto ‘solidario’, más un 45 % a cuenta del impuesto a las Ganancias. 

En julio, el Gobierno decidió crear el dólar «turista extranjero», para incentivar a que quienes visiten el país dejen sus dólares en el mercado regulado y no en el paralelo o ‘blue’, donde reciben más dinero. Para ello, en vez de pagar al valor oficial como los argentinos, los bancos cambian al tipo MEP, el dólar sin restricciones que se consigue a través del mercado de capitales. 

6. Dólar MEP o ‘bolsa’

El dólar MEP o dólar ‘bolsa’ se puede adquirir por vía legal comprando títulos públicos en pesos argentinos, para luego comercializarlos según su precio en dólares. 

7. Dólar contado con Liquidación (CCL)

Funciona de la misma manera que el dólar MEP, solo que los dólares se liquidan en una cuenta bancaria fuera de Argentina. Para ello es necesario comprar acciones o títulos de deuda en pesos que coticen en el país y, a su vez, en otro mercado internacional.

8. Dólar Netflix

Se trata de la cotización para el pago de los servicios extranjeros que están dentro del país a precios dolarizados, como las compañías de ‘streaming’. Por ello se le denomina ‘dólar Netflix’. Al precio oficial se aplica un 8 % de impuesto PAIS y el 45 % a cuenta de Ganancias.

¿Cara chica o cara grande?

El extraño mundo del dólar en Argentina nos regala otra historia que parece de comedia pero que también podría contarse como drama. En este país no cualquier billete legítimo de 100 dólares vale exactamente ese precio. Y es allí donde la seguridad del colchón podría jugar una mala pasada.

Todos los papeles de tres cifras tienen la imagen de Benjamin Franklin, pero no todos fueron impresos en el mismo año y son diferentes entre sí. A los más antiguos, que se emitieron antes de 1996, aquí se los distingue como de ‘cara chica’, porque la imagen del fundador norteamericano se ve más pequeña y sobre un marco ovalado. A partir de ese año salieron de la Reserva Federal estadounidense una siguiente edición en la que el rostro de Franklin ocupa mayor espacio, tiene un sello con un águila en lugar de una L y números más grandes. 

Los últimos se imprimieron desde 2013 y son parecidos a los anteriores. Ambos son de ‘cara grande’ pero tienen una banda azul brillante en el centro, el prócer ya no está enmarcado, aparece una pluma y su tinta y tiene números más pequeños que el anterior, entre otras diferencias. Todos los cambios implementados buscan mejorar la seguridad del billete para evitar falsificaciones. 

El mismo recelo que los argentinos tienen por la legitimidad y control sobre el billete verde, hace que los papeles más antiguos sean directamente rechazados o se vean desvalorizados, por temor a recibir moneda apócrifa. Pero en el habitual y masificado mercado negro de dólares, esos billetes se pagan hasta un 5 % menos. Por eso, si una persona guardó muchos dólares durante años debajo del colchón, probablemente pierda bastante dinero al intentar cambiarlos. Incluso algunos se han visto impedidos de concretar la compra de un inmueble por tener billetes de ‘cara chica’. 

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