viernes, noviembre 22, 2024
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«¡Basta de terricidio!»: El grito que alientan mujeres indígenas en una histórica caminata que atraviesa Argentina para denunciar violencias

Caminaron miles de kilómetros desde distintos puntos cardinales de Argentina. Y están por llegar a Buenos Aires para defender la tierra. Es decir: la vida.

Son un centenar de mujeres de 36 naciones indígenas que el 14 de marzo comenzaron una caminata por separado, desde el sur patagónico y el norte del país, con la meta de encontrarse en la capital para denunciar las múltiples violencias que acosan a los pueblos.

Están a punto de lograrlo. El próximo sábado, frente al Congreso, se reunirán después de una larga marcha de más de dos meses para encender el fuego sagrado, defender su medicina ancestral, denunciar el «terricidio», el daño de la megaminería y los agrotóxicos y abrazarse con los movimientos de mujeres y con las luchas de las heridas Palestina y Colombia.

La caminata fue impulsada por el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir. «Es un movimiento que nace de manera autónoma, no es una organización de mujeres indígenas: son mujeres indígenas organizadas sin tutelaje, sin el apéndice de ningún movimiento masculino y patriarcal. Nosotras pensamos nuestra propia agenda, diseñamos estrategias y propuestas», explica a RT Moira Millán, weychafe (guerrera) mapuche.

En plena preparación de la llegada de sus compañeras a Buenos Aires, la escritora explica que, más allá de las actividades que se realicen aquí, la caminata ya representa un éxito político porque cada escala del recorrido generó una agenda transversal de participación social.

«El principal objetivo ya se logró: salir a caminar y plantear todo lo que está pasando en los territorios, con asambleas, organización, articulación y unidad para denunciar el terricidio», señala.

Contrastes

Una de las motivaciones de la marcha es la denuncia contra el «chineo», la violación grupal que suelen sufrir las niñas indígenas y que nada tiene que ver con culturas ancestrales, sino con el afán de poder y dominio de los abusadores. El dolor y la indignación son intermitentes, porque los casos no cesan.

«Nuestros corazones se estremecen», dice Millán, «en el año de la pandemia ya habíamos sufrido más violencias hacia nosotras pero ni siquiera daba para estadísticas, esas muertes eran absolutamente omitidas. Por eso decidimos echarnos a andar, porque nos están matando».

El peligro para las comunidades, explica, no es precisamente el coronavirus, sino el odio racista que se traduce en torturas inenarrables como las que padecen los cuerpecitos de las niñas.

Este año, además de nuevas violaciones, estallaron los incendios en Chubut que destruyeron miles de hectáreas de bosque. Que hirieron a la tierra. Motivos suficientes para caminar y alzar la voz.

El recorrido a pie por territorio argentino, evalúa Millán, ha sido tan hermoso como triste.

«Hermoso porque ha despertado la solidaridad de la gente. Nació una red de compañeres y hermanes indígenes que abrieron las puertas de sus casas, nos dieron de comer, organizaron asambleas y participaron en actividades culturales, porque nuestra idea no es solo hacer un diagnóstico sino sembrar propuestas más allá de las palabras, con música y talleres», recuerda la escritora de su paso por cada comunidad.

Visitar los territorios, dice, representó un poderoso y esperanzador despertar, mucho más importante en medio de un contexto de tanta tristeza como es la pandemia y su caudal de muertes.

«La gente está muy triste, con mucho dolor, sienten que este sistema ya no tiene nada más para darles. Este sistema depredador está haciendo tambalear la vida. Hay miles de hectáreas de bosques quemadas, gente que perdió sus casas, represión, ver cómo el coloniaje patriarcal ha penetrado el espíritu de nuestros pueblos, ver femicidas, maltratadores», detalla la weychafe.

Sin embargo, aclara, el recorrido también ha representado un camino de sanación porque muchas hermanas indígenas pudieron contar sus testimonios, le abrieron la puerta a la palabra y sacaron de su memoria el dolor que han atravesado. Todas las historias tenían un común denominador: la omisión o desidia de un Estado que permite la comisión de crímenes.

Un nuevo concepto

Millán explica que, desde el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen Vivir, amasaron de manera colectiva el concepto «terricidio» porque se dieron cuenta de que todos sus dolores no entraban en las categorías académicas. Hablar de ecocidio o femicidio se quedaba corto, así que decidieron asumir el estudio de ese conjunto como si pudieran diseccionar un mismo cuerpo.

«Asumimos que es posible una unidad con la tierra, el pueblo, la naturaleza y nosotras y que puede ser desmembrada, mutilada, tiene que entenderse cómo nos sentimos frente a eso. Cuando matan a una mujer están matando a una parte de la tierra, cuando una vida desaparece del universo es una tragedia, todas las vidas importan. Cuando todo ello se ensambla en una sola fuerza, es el terricidio», precisa.

Para Millán, sería «patético y tristísimo» que «tras esta noche profunda que estamos viviendo no aprendamos la lección: que no es el virus lo que está matando al mundo sino las condiciones que se fueron formando para que el virus fuera letal. Estamos viviendo una tercera guerra mundial en donde la guerra es contra los pueblos, pero los pueblos están empezando a despertar y no quieren vivir así, sobre todo las generaciones más jóvenes».

Organizarse, pensar y construir propuestas es el desafío que estas mujeres embajadoras de naciones indígenas encaran de manera permanente. Su caminata, que forma parte de una lucha global y urgente en defensa de la tierra, concluirá con un acto en el Congreso argentino que incluirá el reclamo de juicio y condena a los terricidas y que sus crímenes sean catalogados como imprescriptibles y sujetos a las penas máximas.

Después, seguirán andando.

Cecilia González

RT espanol