Mi vida sin WhatsApp: así sobreviví la primera semana
Miles de usuarios han migrado de WhatsApp desde que anunciara su controvertida política de privacidad. Y aunque muchos habíamos tenido la tentación de hacerlo, no dimos el paso porque la aplicación es parte esencial de nuestras comunicaciones diarias.
Sin embargo, luego de que la compañía insistiera en que quién no acepte sus condiciones en mayo de 2021 no podrá usar la aplicación, quise probar cómo sería vivir sin WhatsApp durante una semana. ¿Cuánto impacta en nuestras comunicaciones? ¿Cómo reaccionan familiares y amigos? ¿Es tan dramático?
Preparativos
Aunque no lo medí de forma previa, estimo que más del 50 por ciento de las veces que tomaba el teléfono era para revisar WhatsApp, sin mencionar cuando accedía mediante su versión de escritorio.
Como estaba consciente de que dejar de usar la aplicación durante una semana sería un desafío, para evitar que una alerta emergente o cualquier otro tipo de tentación terminara por arruinar el experimento, decidí desinstalarla.
Solo avisé a mis familiares más cercanos –esposa, papá y hermanos– que no tendría WhatsApp durante la próxima semana, en caso de que necesitaran contactarme con urgencia. Para el resto de mis contactos, no hubo notificación alguna; el objetivo también era registrar cómo ellos tomaban mi ausencia.
Mi vida sin WhatsApp
Menor uso del teléfono y mayor concentración
Como consultar WhatsApp era el principal motivo por el cual revisaba el teléfono, uno de los primeros efectos que noté fue que el dispositivo ya no me parecía tan “atractivo”: no lo tomaba tan seguido y hasta no me preocupaba dónde lo había dejado. Como consecuencia –y sin la versión web de WhatsApp como elemento distractor–, también pude concentrarme con mayor facilidad en las tareas diarias.
Más llamadas telefónicas y SMS
Una de las grandes contribuciones de WhatsApp ha sido la posibilidad de mantener contacto con familiares y amigos; saber qué hicieron o si les ocurrió algo. Al tercer día, comencé a sentir la necesidad de llamarlos, para saber en qué estaban o si tenían algunas novedades. Otra alternativa fue recurrir al uso del antiguo SMS. Sin WhatsApp estás desconectado, en especial en América Latina donde reina sobre Telegram o Signal.
Adiós al siempre disponible
“Te escribí, pero no me contestaste. Supongo que estás con mucho trabajo”. La frase es de un amigo, que me había escrito al segundo día de iniciado el experimento. Estar disponible en todo momento es con seguridad una de las características más detestables de WhatsApp. Como tengo la fortuna de que para mí no es una herramienta de trabajo, es algo que no he extrañado en lo absoluto.
Cómo suplí la “abstinencia”
Como participo en grupos de amigos con intereses variados –periodismo, tecnología, política, triatlón, running y fútbol–, WhatsApp era una buena fuente de contenido o, al menos, de discusión de temas de actualidad. Para sobrellevar esta necesidad, Twitter, una red social que tenía en el abandono y que solo usaba como fuente de consulta, se transformó en un gran aliado.
Qué cosas extraño de WhatsApp
Permanecer una semana sin WhatsApp ha resultado más fácil de lo que creí. Es innegable que extraño reírme con los memes, stickers y las conversaciones absurdas con amigos, así como las discusiones sobre algún tema de interés. También echo de menos la facilidad para contactar a algunas tiendas servicios.
Sin embargo, también se ha transformado en una experiencia de “desinfoxicación” necesaria frente a los centenares de mensajes que recibía todos los días, tanto de grupos de familiares y amigos como de aquellos en los que estamos “por obligación”.
Qué es lo que viene
Una semana es poco tiempo, más cuando uno sabe que hay una fecha de término. Es probable que el experimento fuera más llevadero al saber que podría acceder a la plataforma después de siete días. Por lo mismo, he decidido extender mi ausencia durante un mes. Veremos si después de este periodo sigo pensando igual que ahora.
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