domingo, diciembre 22, 2024
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Cómo Rusia intentó tejer relaciones de confianza con Occidente pero este la traicionó

Esta semana el primer ministro de la India, Narendra Modi, viajó a Moscú para una visita de dos días, durante la cual se reunió con Vladímir Putin. Durante sus interacciones, aparte de discutir cuestiones de importancia bilateral e internacional, el presidente ruso reveló a Modi cómo EE.UU. intentó desmantelar la industria nuclear de Rusia en la década de 1990.

Acceso de expertos de EE.UU. a las instalaciones nucleares rusas

Tras el colapso de la Unión Soviética, en el marco de uno de los acuerdos entre Rusia y EE.UU., expertos estadounidenses comenzaron a visitar regularmente las instalaciones nucleares rusas, entre ellas instalaciones militares.

«Cerca de las empresas que producían combustible para armas nucleares se construyó un edificio en el que vivían permanentemente representantes del Gobierno de EE.UU. Iban todos los días a trabajar a esas plantas donde se producía combustible para armas nucleares. Allí tenían un escritorio con una bandera de EE.UU. Ese era el nivel de confianza que Rusia tenía en nuestros socios«, relató.

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El jefe de la corporación estatal rusa Rosatom, Alexéi Lijachov, que acompañaba a los mandatarios mientras asistían a una exposición sobre energía atómica, indicó que en las instalaciones militares los especialistas estadounidenses tenían la oportunidad de ver «cuántas armas, qué tipo de armas, qué tipo de tecnología se estaban fabricando». No obstante, las intenciones de acercar a Rusia y EE.UU. no recibió el mismo impulso positivo por parte de Washington.

Posteriormente, casi inmediatamente después de ganar las elecciones presidenciales en 2000, Putin prohibió el acceso de extranjeros a las instalaciones nucleares rusas y prometió preservar y desarrollar la industria nuclear del país.

Se trata de uno de los muchos casos de comportamiento no amistoso hacia Rusia por parte de Washington, que, a pesar de sus declaraciones y promesas sobre cooperación y desarrollo de relaciones mutuamente beneficiosas, tomó un rumbo hostil en las relaciones entre Occidente y el país euroasiático. 

Búsqueda de cooperación a pesar de todo

El rumbo de la política exterior de Rusia siguió encaminado a desarrollar una asociación estratégica con Occidente. Moscú discutió activamente con EE.UU. y la Unión Europea la posibilidad de crear un nuevo sistema de seguridad global que eliminaría el riesgo de guerras en el futuro.

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En ese momento incluso se discutió la posibilidad de que Rusia ingresara en la OTAN. Moscú consideró varias veces la posibilidad de unirse a la alianza, pero cada vez su solicitud fue rechazada. Además, Putin propuso a EE.UU. cooperar en el ámbito de seguridad antimisiles, una propuesta que tampoco fue apoyada. Decenas de reuniones y negociaciones con líderes occidentales no surtieron efecto.

Vladímir Putin anunció las contradicciones acumuladas el 10 de febrero de 2007, en su discurso en la Conferencia de Seguridad de Múnich. «Para el mundo moderno, un modelo unipolar no solo es inaceptable, sino también completamente imposible», afirmó entonces el presidente, y propuso comenzar a reformar el orden mundial moderno.

No obstante, sus propuestas no fueron escuchadas, y más aún, la retórica de Occidente hacia Rusia se endureció drásticamente y se dirigió hacia el objetivo de debilitar y, en última instancia, provocar el colapso de Rusia.

Promesas rotas

Uno de las violaciones más graves y conocidas de los acuerdos entre Rusia y EE.UU. ha sido la progresiva expansión de la OTAN hacia las fronteras rusas, algo que para Moscú supone una grave amenaza para su seguridad. En 1990, el entonces presidente de EE.UU., George H. W. Bush, y los líderes de Alemania, Francia y Reino Unido prometieron al mandatario de la URSS, Mijaíl Gorbachov, que la OTAN no se expandiría hacia el este. Sin embargo, el compromiso no se documentó en ningún acuerdo firmado y, a continuación, se produjeron varias olas de expansión del bloque militar.

Paralelamente, EE.UU. seguía apoyando separatismo y el terrorismo en el Cáucaso Norte ruso. A pesar de las peticiones de Moscú de detener este tipo de acciones, Estados Unidos y sus satélites siguieron proporcionando apoyo político, informativo, financiero e incluso militar a los grupos terroristas del Cáucaso. Asimismo, Occidente aumentó su apoyo a los regímenes antirrusos en el espacio postsoviético, lo que ya en 2008 condujo a la guerra en Georgia y en 2014 al golpe de Estado en Ucrania.

En diciembre de 2021, Occidente cruzó la línea roja y rechazó las propuestas rusas para llegar a un acuerdo sobre las garantías de seguridad en Europa, sin aceptar la petición de Moscú de que Ucrania se mantenga fuera de bloques militares. 

No obstante, unos documentos recientemente desclasificados por el Archivo de Seguridad Nacional de EE.UU. indican que las autoridades estadounidenses ya en 1994 empezaron a planear en secreto el ingreso de Ucrania en la OTAN. «Debe mantenerse la posibilidad de que Ucrania y los Estados bálticos ingresen a la OTAN; no debemos enviarlos a una zona gris o a una esfera de influencia rusa», señala uno de los documentos.

La expansión de la OTAN está relacionada estrechamente con el incumplimiento de otro compromiso. En el marco de una cumbre de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) en Estambul en 1999 se firmó una declaración política que fijó el principio de indivisibilidad de la seguridad, es decir que ningún Estado puede reforzar su seguridad a expensas de la seguridad de los demás. Entonces se firmó también el principio de que ningún país tiene derecho a aspirar a ostentar un papel militar dominante en la organización. En 2023, el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, destacó que «la OTAN ha violado todos estos compromisos». 

No solo la OTAN y EE.UU. en su liderazgo no cumplieron sus compromisos, sino también varios países occidentales concretos. Otro evidente ejemplo de este olvido son los Acuerdos de Minsk, que debían poner fin al conflicto en Ucrania y regular el estatus de Donbass, y que fueron ignorados. Alemania y Francia desempeñaban el papel de garantes del cumplimiento de estos pactos. Sin embargo, posteriormente tanto Berlín como París declararon que el verdadero objetivo de los acuerdos fue otorgar tiempo a Ucrania para que reforzara su Ejército, proporcionándole armas e ignorando todos los crímenes cometidos por el régimen de Kiev en Donbass. 

¿Y ahora qué?

Hoy en día, el nivel de confianza entre Moscú y Occidente es menor que durante el último pico de la confrontación entre la URSS y Estados Unidos durante la Guerra Fría.

El año pasado, el canciller ruso, Serguéi Lavrov, evaluó que el rumbo de los países occidentales de infligir una derrota estratégica a Rusia en el futuro previsible no desaparecerá. Según sus palabras, la experiencia de los últimos 30 años ha demostrado que Occidente, «sin dudarlo, en cualquier momento en que quiera frenar […] el desarrollo de sus competidores, abusará de todos los acuerdos alcanzados». «No se ha cumplido ni uno solo de los acuerdos fundamentales firmados con Occidente después de 1991», lamentó. 

Al mismo tiempo, las autoridades rusas expresan la esperanza de que la situación entre Rusia y Occidente, así como en el mundo en su conjunto, avance hacia una pacificación y no hacia una escalada interminable.

En mayo de este año, Vladímir Putin declaró que Rusia está dispuesta a llevar a cabo un diálogo con Occidente en igualdad de condiciones si Occidente detiene la «política de agresión y presión que ha continuado durante años» y se compromete a trabajar con otros países para formar un orden mundial multipolar justo.

RT espanol