miércoles, abril 24, 2024
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Análisis de Call of Duty: Vanguard, ¿un juego a la vanguardia?

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Análisis de Call of Duty: Vanguard, ¿un juego a la vanguardia?
PVS $70.00

“Para los jugadores de Call of Duty tener el juego del año que corre es como pagar la tele por cable solo para seguir los juegos de su equipo deportivo favorito. El deporte es el mismo, habrá cambios en el uniforme y seguro algunos jugadores nuevos, pero se sigue apoyando al mismo club.”

  • Multijugador robusto con mucha rejugabilidad
  • Técnicamente sorprendente
  • Se juga prácticamente igual que Modern Warfare

Me uní a una partida rápida tan pronto entré al menú del modo multijugador de Call of Duty: Vanguard. El juego me llevó a una sesión ya iniciada: dos equipos peleábamos al interior del Hotel Real por el control de una bomba; quien pudiera asegurarla y protegerla, sumaba puntos. Mi equipo perdía, y siguió perdiendo hasta que el marcador nos tenía cuatro puntos debajo. Luego, estoy seguro, el juego debió balancear los equipos con algunas transferencias de jugadores.

Las partidas siguieron y, en una especie de épica de las volteretas, comenzamos a recortar la diferencia. Bueno, comenzaron, porque yo no dejaba de morir —no soy un experto de Call of Duty—. Entonces, con el marcador 5-5, ocurrió el milagro: como tocado por una varita, e imitando un poco lo que hacían los mejores jugadores, avancé flanqueando el mapa, eliminé a dos jugadores rivales y me aposté a asegurar y defender la bomba. De frente, un jugador intentó eliminarme al destruir una puerta de madera, pero me cubrí detrás de la bomba y le pegué algunos tiros en la cara. Ganamos.

Ni yo daba crédito a lo que pasó, hasta que el juego me reconoció con una mención honorífica al jugador más valioso. La satisfacción instantánea por la que es conocida la serie está en Call of Duty: Vanguard, y sin que sea un elemento definitorio para decir si el juego vale la pena o no, aquella satisfacción de la pantallita de mención honorífica me hizo el día.

Un multijugador tan robusto como familiar

Una imagen de la campaña de Call of Duty: Vanguard

Call of Duty: Vanguard debe ser el enésimo juego de la serie ambientado en la Segunda Guerra Mundial. Eso podría resultar anecdótico de no ser porque, salvo en la campaña, Vanguard se juega y se siente como algunos de los Call of Duty recientes.

Armas con casi 100 años de antigüedad, como la subametralladora nazi MP40 o la sanguinaria metralleta MG42, adaptan miras holográficas que simplemente no existían en la Segunda Guerra Mundial. Si a eso se le añade que también pueden personalizarse con camuflajes fosforescentes, culatas doradas y cuanto accesorio estrafalario puedas imaginar, el resultado es más una ficción digna de Call of Duty que una representación históricamente respetuosa. En el multijugador, el único distintivo que hace notorio que estás peleando en 1940 son las esvásticas que adornan los mapas del juego.

Las “grandes” adiciones son escenarios medianamente destruibles y una especie de filtros para elegir el ritmo de combate de la partida: táctico, con un límite de 12 jugadores; asalto, con partidas para 14 o 36 usuarios según el tamaño del mapa, y blitz, que son combates caóticos para entre 16 y 48 jugadores. Por defecto, los ritmos de juego se alternan de manera aleatoria. Claramente, aquella partida en la que recibí una mención honorífica tenía ritmo táctico y la disfruté mucho más que las sesiones blitz, donde seguramente duré en promedio unos 46 segundos con vida antes de reaparecer en el mapa.

Sin ser un profundo conocedor del multijugador de Call of Duty (soy el tipo que entra a Warzone con sus amigos a platicar de la vida adulta), debo decir que el de Vanguard me parece lleno de contenido, pero como desalmado. Creo que un fanático que pasó por Modern Warfare y Black Ops Cold War tendrá dificultades para señalar, además de las esvásticas en los mapas, diferencias sustanciales entre el multijugador de uno y otro juego. Sí, los escenarios semidestruibles (lo son porque rompes puertas, ventanas y barricadas, no estructuras enteras como en Battlefield) y los filtros de ritmo de juego añaden cierta novedad, pero en serio no imagino a un fanático de la serie contándole a sus amigos que deben comprar Vanguard por los filtros y las barricadas destruibles.

Igual, sé que para los jugadores de Call of Duty tener el juego del año que corre es como pagar la tele por cable solo para seguir los partidos de su equipo deportivo favorito. El deporte es el mismo, habrá cambios en el uniforme y seguro algunos jugadores que llegaron y otros que se fueron, pero se apoya al mismo club.

Más cerca de la retaguardia que de la vanguardia

Por otro lado, la campaña de Vanguard me dejó sensaciones contradictorias. A ratos disfruté muchísimo andar en un tren acribillando nazis, y a otros simplemente continué por mera inercia. Toda la historia, que dura alrededor de seis horas o menos según tu pericia y la dificultad en la que juegues, gira alrededor de cuatro operadores: Lucas Riggs, Wade Jackson, Polina Petrova y Arthur Kingsley. Estos están basados en personajes reales que pelearon en la Segunda Guerra Mundial, aunque claro, están muy tocados por la ficción. Su historia gira alrededor de cómo lucharon juntos para descubrir el Plan Fénix de los nazis, y toda su historia se narra en retrospectiva, pues al inicio de la campaña terminan capturados por la Gestapo.

En cuanto a narrativa, la campaña no cambiará tu vida y, a mi gusto, abusa de las escenas cinematográficas para contar la historia. Sobre la jugabilidad, la campaña trata de diferenciar las habilidades de cada operador, por ejemplo, Arthur Kingsley tiene la habilidad de ordenar a los soldados controlados por el juego atacar ciertas posiciones, mientras que Polina Petrova se escabulle por espacios pequeños. Es un intento por dar cierta frescura al gameplay que, sin embargo, termina por sentirse como un esfuerzo sin planeación.

Donde definitivamente brilla la campaña de Call of Duty: Vanguard es en el apartado gráfico. Visualmente el juego es espectacular y hace gala de las capacidades técnicas de las consolas de nueva generación: añade decenas de efectos a escenas que por sí mismas son estimulantes (explosiones por aquí, soldados por allá). Paradójicamente, los momentos donde me parece que gráficamente brilla más Call of Duty: Vanguard es en las escenas contemplativas, como aquella introductoria de la francotiradora Polina Petrova. Nunca antes había visto una taza tan detallada en un videojuego.

Unos zombis sin cabeza

Por último, el modo zombis tiene un cambio notable: en vez de aparecer en un mapa que exploras poco a poco conforme avanzas en tu sesión, inicias en una nevada ciudad de Stalingrado con portales que te llevan a otras partes del mapa. Cuando te teletransportas y acabas con las oleadas de zombis, vuelves a Stalingrado para gastar tus puntos de mejora y abrir otro portal.

En cada escenario el objetivo es medianamente distinto, como seguir un cráneo flotante que emana un brillo amarillo y que avanza por el escenario mientras zombis lo invaden, o simplemente defender una zona de la llegada de un ejército de no muertos. Tampoco soy un experto en el modo zombis, pero un jugador contó en su reseña que esta fórmula diluye la sensación de que estás trabajando en equipo para conseguir un objetivo común. Yo no sentí precisamente eso, pero al cabo de la ronda cinco preferí parar para ir a dormir. Otros jugadores han sido más incendiarios y dicen que el modo es un desastre. Aunque difiero con ellos, he disfrutado más otras iteraciones del modo zombis. Igual, el desarrollador Sledgehammer Games anunció que el modo tendrá una actualización que añadirá elementos narrativos el próximo 2 de diciembre.

¿A la vanguardia?

Me parece que Call of Duty: Vanguard es un título cumplidor. Claro, hay matices, pero creo que quienes son fanáticos de la serie lo asumirán como mi analogía de apoyar al mismo club deportivo campaña tras campaña. Del otro lado, quienes sin ser asiduos terminaron en 2020 con Call of Duty: Black Ops Cold War en su colección, pueden prescindir de Vanguard, pues, salvo los cuadros de Hitler en los escenarios, será difícil que noten diferencias sustanciales entre uno y otro juego. Igual, a juzgar solo por la cantidad —y calidad— de contenido que incluye Call of Duty: Vanguard, esos $70 dólares se desquitarán todo el año hasta la llegada del nuevo juego de la serie.

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